by PJC Cabrera · Cited by 62 — carecer de las habilidades mínimas para hacer uso de la tecnología actualmente eua.be/eua/jsp/en; unige.ch/eua; eaie.nl//bologna.asp.

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Nuevas Tecnologías y exclusión social Un estudio sobre las posibilidades de las TIC en la lucha por la inclusión social en EspañaPedro José Cabrera Cabrera (Director)M.aJosé Rubio Martín, Yolanda Fernández Jurado, Sadot Alexandres Fernández, Antonio Rúa Vieytes, Elena Fernández Velasco, José Antonio López Ruiz, Graciela Malgesini Rey

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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni sutransmisión en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el per- miso previo del editor. ©2005 de esta edición Fundación Telefónica ©2005 de los textos, sus autoresProducción: F. Javier Pascual ISBN: 84-89884-66-8Depósito Legal M. 49.498-2005 Impreso en: Taograf Polígono Industrial Campo Nuevo C/ Hierro, 6. 28563 Cobeña (Madrid)

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1.Introducción .2.La exclusión social en el marco de la Sociedad de la Información 2.1.El concepto de exclusión: historia y contenido.. 2.2.Factores y formas de exclusión .2.3.El paisaje actual de la exclusión social. Colectivos excluidos. .3.El desarrollo de la Sociedad de la Información ..…………….3.1.Análisis de la situación ..3.1.1.Desarrollo de la Sociedad de la Información a nivel internacional .3.1.2.La Sociedad de la Información en España.3.2.Las TIC como instrumento para la inclusión social.. ..3.2.1.La importancia de las TIC para lograr un adecuado desarrollo económico que evite situaciones de exclusión social..3.2.2.Anivel internacional 3.2.3.En el ámbito nacional4.El estudio empírico. Metodología ..4.1.Fase de elaboración de la base de datos 4.2.Fase cuantitativa. ..4.2.1.Diseño del cuestionario.. ..4.3.Fase cualitativa.. 5.Encuesta a entidades que trabajan en el ámbito de la exclusión social .5.1.Descripción de la muestra.. .5.2.El panorama de la acción para la inclusión social en España. .5.2.1.Características de la organización ..5.2.2.Colectivos a los que dirigen su actuación.. 5.2.3.Quiénes nos responden. ..5.3.El uso de las TIC en la lucha contra la exclusión social. .5.3.1.Dotación de medios técnicos. 5.3.2.Ordenadores.. 5.3.3.El uso de Internet. ..5.3.4.Las web más populares. ..5.3.5.¿Para qué sirve Internet en la lucha contra la exclusión social? 7ÍndicePág.9111115 1825252539535354 566566737379818184848994100 101105 107 109111

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5.4.Formación y ayudas .5.4.1.Ayudas recibidas por las organizaciones. ..5.4.2.La formación recibida. ..5.5.Los excluidos y las TIC. .5.5.1.¿Dónde hacen uso de Internet?.. 5.5.2.Utilidad de Internet para los excluidos. 5.5.3.El teléfono móvil.. 5.5.4.Formación ofrecida a las personas excluidas sobre uso de ordenadores e Internet.. 5.5.5.Utilidad de los cursos y de Internet en general para las personas que sufren la exclusión. 5.5.6.Para mejorar la contribución de las TIC a la inclusión social.. 6.El discurso en torno a las TIC: la perspectiva de los profesionales y de los usuarios ..6.1.Sobre las TICy la brecha digital: función, imágenes y referencias desde la exclusión social.. 6.2.Las posibilidades de las TICpara la inserción social: ámbitos y estrategias de intervención.. 6.3.Las entidades sociales ante las TIC. ..6.3.1.La informatización de las entidades sociales 6.3.2.Principales barreras para la aplicación y el desarrollo de las TIC en la lucha por la inclusión social. 7.Conclusiones 8.Bibliografía 9.Anexo I.Buenas prácticas europ eas en E-inclusión a través de bases de datos y web de Internet 10.Anexo II.Cuestionario 8Pág.111111114 115 122123 124 128 132 136141 141146 155155158163 171 179 191

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La exclusión social es un hecho insoslayable. Una realidad que ni se puede, ni se debe intentar ocultar por-que a todos nos afecta e incumbe como seres humanos y como miembros de la sociedad a la que pertenece- mos. Frente a la exclusión no sirve de nada la estrategia del avestruz, al final, siempre nos acaba alcanzando. Precisamente porque se trata de un problema que no podemos dejar de intentar mirar de frente, es importante saber de antemano que, afortunadamente, no estamos ante una realidad fatal e inevitable ante la que no cabe otra actitud que no sea la de rendirse con resignación, sino que por el contrario existen a nuestra disposición herramientas, metodologías y posibles soluciones con las que podemos tratar de encararla. La experiencia acumulada en la investigación sobre este campo nos indica que con mejor o peor acierto hayuna multitud enorme de personas, entidades, asociaciones y experiencias prácticas que merecen ser escucha- das y rescatadas del olvido en que muchas veces se ven envueltas, porque es posible aprender de ellas nuevas estrategias, intuiciones fecundas y propuestas alternativas con las que demuestran día a día que es posible generar espacios de transformación social, personal y colectiva, sobre los que asentar los cimientos de una sociedad más digna y cohesionada socialmente.En este sentido, las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información y comunicación,constituyen una oportunidad histórica que, si se sabe aprovechar, podría hacer posible lo que históricamente ha sido una quimera: conseguir que los grupos más marginados y periféricos de una sociedad puedan disponer de vías de acceso fáciles, baratas y adaptadas a sus posibilidades para alcanzar por sí mismos el centro de la diná- mica social y colectiva, vías por las que puedan acceder, directamente y sin otras mediaciones que no sean sus propios intereses, a los conocimientos, la información, los recursos, y las relaciones sociales significativas en una proporción tan amplia como nunca antes ha tenido lugar en la historia de la humanidad. Redes de relación y apoyo que surgen, se desarrollan y extienden sus tentáculos hasta lugares insospechados, con ramificaciones increíbles que avanzan de forma imparable y se despliegan sin entender de lugares, países o continentes; con una capacidad de penetración e intercomunicación que permite tender puentes sobre fronteras (lingüísticas, cul- turales, raciales, de clase, etc.) que históricamente habían venido resultando insalvables.Al fin y al cabo, la exclusión social es un proceso que se expresa siempre territorialmente marcando límites,bordes y fronteras en torno a espacios de privilegio sobre los que se establecen normas y criterios acerca de quién puede estar «dentro» y quienes deben permanecer «fuera» de la fiesta colectiva. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), utilizadas con imaginación y creatividad, pueden funcionar a modo de pér- tigas que nos permiten saltar fronteras y obstáculos entre el espacio de los incluidos y el asignado a los exclui- dos, nos pueden abrir, nos están abriendo ya de hecho, un mundo de posibilidades inmenso de cara a poder ir de un lado a otro de las fronteras establecidas. Esta posibilidad fantástica de contrabandeo casi ilimitado a la que nos invitan una y otra vez el correo electrónico, los chats, la telefonía sin cables o las comunidades virtuales que pululan por Internet no puede dejar de incorporarse cada vez más como un elemento necesario a la meto- dología de la intervención social y a la dinámica diaria de la acción social con colectivos excluidos.Sin embargo, no siempre lo que es posible técnicamente se encuentra de hecho funcionando en la realidadpráctica cotidiana. La difusión de las TIC entre las entidades del llamado Tercer Sector y más particularmente aún entre quienes trabajan en las fronteras últimas de la exclusión social es todavía demasiado irregular para que podamos cantar victoria, y aunque avanza a buen ritmo se encuentra todavía dando sus primeros pasos en91.Introducción

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2.1.El concepto de exclusión: historia y contenido Desde mediados de los 90, el término exclusión social ha pasado a ser un lugar común al que se refieren demodo insistente políticos, investigadores y actores sociales. Desgraciadamente, la popularidad alcanzada por el término no siempre ha ido de la mano de una utilización ajustada a su verdadero significado. De hecho, el pro- ceso de vulgarización que ha experimentado en la última década, ha tenido como consecuencia que se haya convertido en un término equívoco al que se atribuyen contenidos difusos, cuando no contradictorios. Tal y como ha puesto de relieve Julián Freund, más que ante un concepto, estamos ante un pseudoconcepto, y como resul- tado de su vanalización se encuentra dotado de sentido, de sinsentido y de contrasentido (Xiberras, 1994:11). El origen más remoto de su actual utilización en las ciencias sociales, parece encontrarse en la obra publica- da en 1965 en Francia por un amigo y compañero de Joseph Wresinski fundador del movimiento ATD-Quart Mon- de (Klanfer, L’exclusion sociale)lo cual no deja de ser importante puesto que pone de relieve, ya desde el princi- pio, el carácter aplicado y vinculado a la acción social por la erradicación de la pobreza con el que viene marcado el término desde su origen. Una lucha frente a la pobreza que, incluso en mitad de los años de mayor afluencia y crecimiento económico europeo (los famosos «treinta gloriosos»), continuaban llevando a cabo entidades socia- les, asociaciones y movimientos ciudadanos en Francia. Para señalar el carácter persistente de la pobreza en medio de la abundancia, René Lenoir que habitualmente pasa por ser el «inventor» del concepto, publica en 1974 Les Exclus, un Français sur dix , donde con vocación de polemista y sensibilización social, se insiste en el carác- ter amplio (uno de cada diez franceses se encuentra excluido) e insoslayable de la pobreza y la marginación. No obstante, será sólo más adelante, bien avanzados los años ochenta, cuando la expansión de su uso y suvinculación a medidas de política social innovadoras como la Renta Mínima de Inserción, lo acabe convirtiendo en un nuevo paradigma al que se recurrirá como vía para intentar superar las limitaciones de anteriores concep- tos utilizados en el campo de la acción social como marginación o desviación, términos con los que frecuente- mente se había indagado en torno a las razones de la miseria y/o la pobreza buscando por lo general las razo- nes de su existencia en determinadas características particulares de los individuos afectados, tratando de identificar rasgos personales, caracterológicos o biográficos que permitieran explicar cómo era posible que en medio de la generalizada expansión de la riqueza y el desarrollo en aquellos años, hubiese personas que siguie- ran quedando desplazadas y al margen de la oleada general de crecimiento y prosperidad. De algún modo, la crisis económica desencadenada a partir del alza del precio del petróleo en 1973, consus secuelas de paro masivo y déficit presupuestario en casi toda Europa, obligó a detener primero y a recortar después lo que parecía un imparable proceso de expansión de los derechos sociales que había tenido su comienzo tras la reconstrucción postbélica, con lo cual fue imposible mantener la idea de que la pobreza era una realidad residual llamada a extinguirse paulatinamente, al menos en los países más desarrollados. Por el contra- rio, la ampliación de los límites de la pobreza hasta afectar a capas de población que hasta ese momento creían estar blindadas frente a ella (la «nueva pobreza»), no dejó otra opción que volver a considerar las causasestructurales y sociales, de un fenómeno permanentemente en trance de ser olvidado y vuelto a descubrir. Ésta será por tanto otra de las connotaciones que arrastra el término, su conexión con el tema de la crisis del Estado de Bienestar y el carácter excluyente del proceso de modernización que deja en la cuneta a millones de para- dos, precarizados y olvidados de todo tipo.112.La exclusión social en el marco de la Sociedad de la Información

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La precariedad de las condiciones de trabajo, junto con la vulnerabilidad económica de una enorme y hete- rogénea masa de población que no estaba circunscrita a los grupos tradicionalmente marginales de la socie- dad, obligó a tener que volver a considerar la naturaleza misma del contrato social y a reflexionar sobre las bases políticas e históricas en que se fundamentaba. Esta crisis del vínculo social que se expresa en la incapa- cidad de los sistemas de protección social hasta entonces vigentes para lograr ofrecer, no sólo cobertura frente a las necesidades de la pura subsistencia, sino también para dotar de sentido vital y proporcionar una identidad socialmente reconocida al conjunto de la ciudadanía más empobrecida, es la que acaba expresándose política y prácticamente en la ley francesa sobre Revenu Minimum d’Insertion (RMI) aprobada en diciembre de 1988. Tal y como se concibió en su origen, se trataba de reconocer el derecho a unos ingresos mínimos que hicieran posible continuar insertado en el tejido social, aún cuando ni la fuente ni la legitimidad de esos ingresos pudie- ra atribuirse a una previa contribución a la caja de la seguridad social, vía empleo, de los futuros beneficiarios, sino que se trataba de reconocer que, por el hecho mismo de ser miembro de la sociedad francesa, se podía tener «derecho» a una renta mínima garantizada sobre la contrapartida de quedar incorporado a algún progra- ma de trabajo social, en una reedición actualizada del contrato social originario, que quedaba plasmada en un documento contractual —el contrato de inserción— firmado por la persona beneficiaria del RMI y por los Servi- cios Sociales.Esta relación ya desde el origen, entre el concepto de exclusión y las políticas de inserción, pone de relieveel carácter dinámico, estructural y colectivo que encierra la noción, puesto que la realidad de la exclusión puede ser modificada y alterada sólo si se actúa al mismo tiempo sobre las actitudes, motivaciones o conductas de las personas excluidas y, también, sobre los fundamentos en los que reposa la sociedad excluyente. Como dos caras de la misma moneda que en unos casos presenta su cara más sonriente y en otros muestra su cruz más dolorosa.Ya no bastarían pues, los viejos paradigmas que estudiaban la marginalidad como una realidad exótica,extraña y cargada de atipicidad, en línea con lo que fueron los primitivos estudios sobre desviación de la Escue- la de Chicago; ni tampoco era suficiente el análisis de la pobreza en tanto que privación esencialmente material y económica, puesto que a la insuficiencia de los ingresos se podían unir otras muchas carencias, de hecho, la experiencia muestra que en el marco de las sociedades contemporáneas, en muchas ocasiones, unos ingresos irregulares, precarios o inestables pero relativamente elevados, no acaban de representar una protección sufi- ciente frente a los riesgos y la inseguridad que emergen de las condiciones sociales del presente.Por todas estas razones, junto a la dimensión económicade la exclusión, que la asimila al concepto depobreza, se insiste cada vez más en la dimensión relacionalque remite a la pérdida de redes de apoyo y sostén,así como sobre la dimensión políticaque hunde sus raíces en la cuestión de la ciudadanía, como expresión efec-tiva y real de una serie de derechos reconocidos. Esta triple dimensión es la que se encuentra recogida en la definición de exclusión social ofrecida por J. Estivill (2003) cuando dice que «puede ser entendida como una acu- mulación de procesos confluyentes con rupturas sucesivas que, arrancando del corazón de la economía, la polí- tica y la sociedad, van alejando e “inferiorizando” a personas, grupos, comunidades y territorios con respecto a los centros de poder, los recursos y los valores dominantes». Si el término pobreza indicaba una posición en base a la desigualdad y al tener más o menos, la referencia topológica del excluido no remite tanto al hecho de estar más arriba o más abajo en la escala de la desigualdad, sino al hecho de quedar «fuera» y apartado de los que se hallan «dentro». Este es el sentido de la primera acepción del verbo «excluir» en el diccionario de la Real Academia de la Lengua: «quitar a una persona o cosa del lugar que ocupaba». Este apartamiento territorial, que te desplaza del sitio que ocupabas, del lugar que te correspondía y te traslada geográficamente a otro lado, te manda afuera, te vuelve excéntrico y periférico, es sin duda un elemento que está presente en cada forma con- creta de exclusión. Es la participación misma como actor y parte de la sociedad, la que se encuentra amenazada y puesta en entredicho. El excluido es, ante todo, aquél a quien se le niega el acceso, el derecho a entrar y sen- tarse para participar en el banquete general. Las razones por las cuales alguien resulta excluido se producirán en base a circunstancias de lo más diverso: en ocasiones será la renta, en otras será la cultura, la edad, el géne- ro, la condición étnica, la nacionalidad, etc.En todo caso, será la naturaleza de las barreras más o menos insalvables que impiden el acceso a los dere-chos civiles, políticos y sociales que la mayoría de los miembros de la sociedad disfrutan, las que se constituiránNUEVAS TECNOLOGÍAS YEXCLUSIÓN SOCIAL 12

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en el objeto de estudio y análisis preferente, de modo que estudiando tales barreras para la inclusión social, sepueda llegar a determinar cuáles habrían de ser las políticas sociales más eficaces para modificarlas, disminuir- las o incluso eliminarlas.En este sentido, el espaldarazo definitivo al concepto de exclusión, como herramienta para el análisis de larealidad y como instrumento de acción social, vendrá de la mano de su incorporación a los planes de actuación frente a la pobreza que se diseñan desde las instituciones europeas. En 1975 se puso en marcha el Primer Pro- grama Europeo de Lucha contra la Pobreza, en donde se partía de una visión algo indefinida de la misma, según la cual se entendía por personas pobres a aquellos «individuos, familias y grupos de personas cuyos recursos (materiales, culturales y sociales) son tan escasos que están excluidas de los modos de vida mínimos acepta- bles en el Estado miembro donde viven». Junto a esta definición, relativamente próxima al concepto de exclu- sión, el Segundo Programa (1985-1989), representa un avance de la visión más cuantitativa y economicista de la misma como estrategia para tratar de hacerla operativa y facilitar así la comparabilidad entre países, con lo que los pobres pasan a ser aquellas «personas que disponen de ingresos inferiores a la mitad de los ingresos medios per cápitaequivalentes en su país». Esto no significa en ningún momento que se pierda de vista la exis-tencia de otros factores, más allá de los ingresos que actúan sobre las personas empobrecidas y hacen que su existencia no pueda revestir unas «condiciones de vida mínimamente aceptables». De hecho, el Plan siguiente (1989-1994) que pasaría a ser conocido como Pobreza-3 para evitar el alambicado nombre de «Programa Comunitario para la Integración Económica y Social de los grupos menos favorecidos», dio lugar entre otros resultados a la creación de un «Observatorio Europeo sobre la Lucha contra la Exclusión Social». Apartir de ahí la noción de exclusión social no ha hecho sino expandirse desde mediados de los 90, de modo que ha quedado recogida prácticamente en todos los textos fundamentales de la política social de la Unión Europea: Tratado de Maastricht, Libros Verde y Blanco sobre Política Social, Programas de Acción Social, Carta Europea de los Dere- chos Sociales, etc.En definitiva, se habla de exclusión social para referirnos a un proceso dinámico y cambiante que cursa conuna quiebra de la identidad personal y que normalmente hunde sus raíces en un debilitamiento, mayor o menor, de los dos ejes básicos en los que se fundamenta la inserción social; a) el eje socio-relacional merced al cual disponemos de una serie de apoyos, vínculos sociales y contactos, con familiares, amigos, vecinos, colegas, etc. que constituyen nuestro capital relacional, y b) el eje que nos inserta por lo económico y lo laboral, habitualmen- te merced a un empleo por el que recibimos un salario que se constituye en el componente fundamental de nuestro capital económico, aquella base material con que intentamos afrontar las contingencias materiales de la existencia. Tanto en términos de capital económico, como de capital social, pueden darse situaciones muy diferentes encantidad y calidad. Aquellas personas que disfrutan de buenos trabajos, prestigiosos, estables y bien pagados, y que además disponen de un amplio abanico de relaciones, contactos y amistades de todo tipo, se encuentran mucho mejor cubiertos frente al riesgo y la inseguridad. Habitualmente ocupan el espacio de la integración social. Más allá de este espacio, se encuentran quienes disponen de empleos precarios, mal pagados, irregula- res e inestables, lo que a veces se acompaña también de relaciones débiles, escasas, o mal situadas socialmen- te, que apenas si pueden brindar protección y refugio en caso de que las cosas empeoren aún más. Esta zona de vulnerabilidad se hace aún mayor cuando las políticas sociales se vuelven más escasas y la protección social garantizada por las instituciones sociales frente a la enfermedad, la vejez, el desempleo, etc., no llega a todos los ciudadanos. Cuando esto sucede en su grado más extremo, nos encontramos con que aquellas personas que no cuentan con recursos económicos suficientes, ni con una red social de apoyo mínima, y que además no se encuentran cubiertas por políticas de protección social eficaces, terminan por habitar en el espacio degradado y mísero de la exclusión.Según hemos expresado gráficamente en otras ocasiones, el proceso de exclusión avanza o retrocede a tra-vés de estos tres espacios de integración, vulnerabilidad y exclusión, según se debilite o fortalezca la capacidad de incorporación social que emergen del mercado de trabajo y de los vínculos sociales. Todo ello matizado por el efecto de contención de la vulnerabilidad y de reforzamiento de la cohesión social que aporten las políticas sociales. LAEXCLUSIÓN SOCIALEN ELMARCO DE LASOCIEDAD DE LAINFORMACIÓN 13

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NUEVAS TECNOLOGÍAS YEXCLUSIÓN SOCIAL 14Gráfico 2.1.El proceso de exclusión social Ahora bien, según lo que llevamos expuesto, conviene detenerse en algunos de los rasgos más característi-cos que se perciben en el hecho de la exclusión. La exclusión social es:—Un proceso, una realidad dinámica y cambiante, tanto da que la consideremos en términos globales opersonales, individuales. La exclusión no tiene por qué considerarse un lugar definitivo, inevitable, cerra- do y terminal. Puede y debe ser abordado como un lugar de paso, un espacio del que se puede retornar y que se puede reducir hasta su mínima expresión. Puede y debe tener un carácter reversible, de hecho, así sucede en la mayoría de los casos en los que se interviene con metodologías apropiadas, con recur- sos suficientes, en procesos personalizados y a largo plazo.—Una cuestión de grados, se puede estar más o menos excluido. De hecho, tal y como pusieron de relie-ve hace años los Basaglia (La mayoría marginada, 1977) la inmensa mayoría de los seres humanosestamos de un modo u otro excluidos, de alguno u otro espacio. Sin embargo, cuando nos referimos con propiedad a la exclusión como problema social y de derechos humanos, nos referimos al hecho de que existan personas cuyas condiciones de vida no revistan los mínimos de dignidad y bienestar que son considerados imprescindibles en la actualidad.—Es un dato estructural, que no puede ser eliminado con actuaciones puntuales y momentáneas, omucho menos, confiando en la premisa de que una modificación en la conducta de algunos individuos afectados puede eliminarla. Como señala Serge Paugam «no se trata de un fenómeno de orden indivi- dual, como lo entendían los discípulos de la tesis de la “pobreza voluntaria”, sino más bien de un fenóme- no social cuyo origen ha de investigarse en los principios mismos de funcionamiento de las sociedades modernas» (1996:10) y que remite por tanto a causas sociales, como puedan ser, la urbanización dema- siado rápida, el desarraigo ocasionado por la movilidad profesional, la violencia omnipresente en los medios de comunicación y en las relaciones sociales e internacionales, las desigualdades de renta, etc.—Es una realidad multidimensional. La cual pone de relieve la existencia de una serie de componentesque pueden confluir en exclusión y que remiten a campos de la práctica en los cuales puede expresarse

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