by AVI LOEB — EXTRATERRESTRE. AVI LOEB. EXTRA. TERRESTRE. Page 2. EXTRATERRESTRE. AVI LOEB 22 EXTRATERRESTRE nuestro planeta y el público acabarían conociéndolo
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10270924PVP 20,90 •˜˚˛˛˝˙˛ˆˇ˚˚˛˘ Diagonal, 662, 08034 Barcelona www.editorial.planeta.es www.planetadelibros.com Diseño de la cubierta: Planeta Arte & Diseño, basado en la idea original de Martha KennedyFotografía de la cubierta: © Mansi Rajput / EyeEm Fotografía de la contracubierta: © NASA / ESA / STScI Author Fotografía del autor: © Olivia Falcigno ˚ ˚ ˜˙ˆˇ ˜˜ ˜˙ˆˇ Avi Loeb es catedrático de Astrofísica de la Universidad de Harvard, donde dirige la Iniciativa Agujero Negro y el Instituto de Teoría y Computación. Es miembro del Consejo de Asesores de la Presidencia de los Estados Unidos en Ciencia y Tecnología, del comité asesor de la Iniciativa Breakthrough Starshot, de la Academia Nacional de Física y Astronomía, de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, de la Sociedad Estadounidense de Física y de la Academia Internacional de Astronáutica. Ha publicado cinco libros y más de ochocientos artículos cientí˜cos sobre el nacimiento de las estrellas, los agujeros negros, el futuro del universo y la búsqueda de vida extraterrestre. En 2012 la revista Time lo seleccionó como una de las personas más in˚uyentes sobre el espacio. Un viaje fascinante a los límites de la ciencia y de la imaginación Avi Loeb, uno de los astrofísicos más importantes de nuestro tiempo, no tiene ninguna duda: no estamos solos en el universo. Las características del objeto volador que fue avistado en Hawái en 2017 solo dan cabida a una explicación: Oumuamua, como lo llamaron, constituye la primera evidencia de vida y tecnología humano son inconmensurables. «Carl Sagan decía: fiAlgo increíble espera ahí fuera a ser descubiertofl. La pregunta que el profesor Loeb nos plantea en este valiente libro es: fi¿Y si ya lo hemos hecho?fl.» ŠJAVIER SANTAOLALLA, físico y autor de El bosón de Higgs no te va a hacer la cama«Un relato apasionante sobre la búsqueda de vida extraterrestre inteligente escrito por un astrónomo de primer nivel.» ŠALAN LIGHTMAN, astrofísico y autor de Los sueños de Einstein«En este libro visionario y apasionante, Avi Loeb nos insta a abandonar la arrogante fantasía de que somos la única forma de vida inteligente del universo.» ŠSTEPHEN GREENBLATT, premio Pulitzer por El giro «Es bueno ser escéptico, pero es más importante ser audaz. Avi Loeb nos invita a pensar en la posibilidad de haber hallado vida extraterrestre inteligente.» ŠSEAN CARROLL, cosmólogo y autor de El gran cuadro Un catedrático de Astrofísica afirma por primera vez haber hallado la evidencia de vida extraterrestre inteligente. En octubre de 2017, cientí˜cos del observatorio Haleakala, en Hawái, detectaron un objeto interestelar en movimiento próximo a la Tierra. Primero fue catalogado como cometa y ˜nalmente como asteroide, si bien su forma y su comportamiento diferían del resto de los cometas y asteroides de nuestro sistema solar. Cuanto más lo observaban los cientí˜cos, más extraño les parecía. Cuando Avi Loeb, catedrático de Astrofísica de la Universidad de Harvard, sugirió que ese objeto, al que llamaron Oumuamua, era la primera evidencia de vida y tecnología extraterrestre en el espacio, se desató el que probablemente sea el debate cientí˜co más relevante en décadas. En este libro, Loeb presenta por primera vez su teoría al gran público y describe las profundas implicaciones que tiene para la ciencia, la religión y el futuro de nuestra especie y nuestro planeta. Un viaje fascinante por el universo desde los orígenes del tiempo, del espacio y de la vida que nos invita a desa˜ar los límites de nuestra imaginación y a esperar lo inesperado. 155 mm155 mm20 mmEXTRATERRESTRE AVI LOEB EXTRATERRESTRE
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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (art. 270 y siguientes del Código Penal)Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con Cedro a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47Título original: Extraterrestrial. The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth © Abraham Loeb, 2020Esta edición ha sido publicada en acuerdo con Mary Evans Inc, a través de International Editors Co.© de la traducción, Àlex Guàrdia Berdiell, 2021© Editorial Planeta, S. A., 2021 Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona www.editorial.planeta.es www.planetadelibros.com Primera edición: febrero de 2021Depósito legal: B. 871-2021 ISBN: 978-84-08-23778-5Preimpresión: Realización PlanetaImpresión: Black Print Printed in Spain Œ Impreso en EspañaEl papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como papel ecológicoy procede de bosques gestionados de manera sostenible
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Índice Introducción 11 1. Explorador 21 2. La hacienda 31 3. Anomalías 47 4. StarChips 69 5. La hipótesis de la vela solar 85 6. Conchas y boyas 95 7. Aprendamos de los niños 111 8. La inmensidad 133 9. Filtros 14310. Astroarqueología 15711. La apuesta de Oumuamua 17712. Semillas 18913. Singularidades 203Conclusión 221Epílogo 227 Agradecimientos 229 Notas 231 Lecturas adicionales 235Índice analítico 247T-Extraterrestre_256.indd 9T-Extraterrestre_256.indd 929/12/20 8:0929/12/20 8:09
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1Explorador Mucho antes de que supiéramos de su existencia, el objeto estaba viajando hacia nosotros desde la dirección de Vega, una estrella a solo veinticinco años luz. El 6 de septiembre de 2017 cruzó el plano orbital en el que todos los planetas de nuestro sistema solar giran alrededor del Sol. Pero la trayectoria altamente hiperbólica del objeto no dejaba margen para la especulación: solo estaba de visita, no se iba a quedar.El 9 de septiembre de 2017 el visitante llegó a su perihelio, el punto de la trayectoria más cercano al Sol. Entonces emprendió el camino de salida del sistema solar; su velocidad lejos de nuestra estrella Šse movía a unos 94.800 kilómetros por hora con res-pecto a ellaŠ no dejaba lugar a dudas de que iba a escapar de la gravedad solar. Cruzó la órbita de Venus hacia el 29 de septiem-bre y la de la Tierra, alrededor del 7 de octubre, avanzando rápi-damente hacia la constelación Pegaso y la oscuridad ulterior.El objeto se dirigió a gran velocidad hacia el espacio interes-telar sin que la humanidad tuviera constancia de su visita. Ajenos a su llegada, no le habíamos dado ningún nombre. Si alguien o algo lo hizo, ignorábamos Šy seguimos ignorandoŠ cuál po-dría ser.Los astrónomos de la Tierra no vislumbraron a nuestro hués-ped saliente hasta que nos hubo dejado atrás. Concedimos al ob-jeto varias designaciones oficiales, hasta que al fin nos quedamos con una: 1I/2017 U1. Sin embargo, la comunidad científica de
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22 EXTRATERRESTRE nuestro planeta y el público acabarían conociéndolo simplemente como Oumuamua, un nombre hawaiano que refleja la ubicación del telescopio usado para descubrir el objeto.. . .Las islas de Hawái son joyas del océano Pacífico que atraen a turistas de todo el mundo. Pero para los astrónomos encierran un atractivo adicional: alojan algunos de los telescopios más sofistica-dos del planeta, un testimonio de nuestras tecnologías más avan-zadas.Entre los modernos telescopios de Hawái se encuentran los que forman el Telescopio de Sondeo Panorámico y Sistema de Respuesta Rápida (Pan-STARRS), una red de telescopios y cáma-ras de alta definición situada en un observatorio que hay en la cima del Haleakala, el volcán inactivo que conforma la mayor parte de la isla de Maui. Uno de los telescopios, el Pan-STARRS1, tiene la cámara de mayor definición del planeta y, desde que se conectó, el sistema ha descubierto la mayoría de los cometas y asteroides próximos a la Tierra que se conocen en el sistema solar. Pero el Pan-STARRS puede presumir de otra cosa: recabó los datos que nos aportaron el primer indicio de la existencia de Oumuamua.El 19 de octubre el astrónomo Robert Weryk del Observato-rio Haleakala descubrió a Oumuamua en los datos recogidos por el telescopio Pan-STARRS, unas imágenes que mostraban el obje-to como un punto de luz que recorría velozmente el firmamento, a una velocidad demasiado rápida para ser atrapado por la grave-dad del Sol. Esta clave indujo rápidamente a la comunidad astro -nómica a convenir que Weryk había encontrado el primer objeto interestelar jamás detectado en nuestro sistema solar. Pero cuando hubimos dado con un nombre para el objeto, estaba a más de treinta y dos millones de kilómetros de la Tierra, lo que equivale más o menos a ochenta y cinco veces la distancia que nos separa de la Luna, y se estaba alejando de nosotros como una flecha.
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24 EXTRATERRESTRE esperando a estos visitantes incluso antes de que pudiéramos ver-los. Las estadísticas sugieren que, aunque la cantidad de objetos interestelares que cruzan el plano orbital de la Tierra es minúscu-la con respecto a la cantidad de objetos que se originan dentro del sistema solar, tampoco es que sean poco corrientes. En resumen, la idea de que nuestro sistema solar sea anfitrión ocasional de ob-jetos interestelares es asombrosa, pero no encierra ningún miste-rio. Y, al principio, los meros hechos de Oumuamua solo causa-ron estupor. Poco después de que el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái anunciara el descubrimiento de Ou-muamua, el 26 de octubre de 2017, científicos de todo el mundo analizaron los datos esenciales recopilados y convinieron en la mayor parte de los hechos básicos: la trayectoria, la velocidad y el tamaño aproximado de Oumuamua (tenía un diámetro de menos de cuatrocientos metros). Ninguno de estos detalles iniciales su -Imagen combinada de telescopio del primer objeto interestelar, Oumuamua. Rodeado con un círculo, el objeto es la fuente puntual sin resolución del centro. Está flanqueado por el rastro de estrellas tenues, cada una de las cuales forma una serie de puntos debido al movimiento del telescopio para capturar el avance de Oumuamua. ESO/K. Meech et al.
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EXPLORADOR 25gería que Oumuamua fuera extraño por ninguna razón más allá de su origen, fuera de nuestro sistema estelar.Pero al cabo de poco, los científicos que examinaban la plé-tora de datos empezaron a destacar las peculiaridades de Oumua-mua, detalles que pronto nos hicieron poner en duda la suposi-ción de que este objeto fuera un cometa o un asteroide normal y corriente, pese a ser interestelar. Apenas unas semanas después de su descubrimiento, a mediados de noviembre de 2017, la Unión Astronómica Internacional Šla organización que bautiza los ob-jetos recién identificados en el espacioŠ cambió la denomina-ción de Oumuamua por tercera y última vez. Al principio, la UAI lo había llamado C/2017 U1, con ce de «cometa». Luego pasó a llamarlo A/2017 U1, con la a de «asteroide». Y al final, la UAI lo designó 1I/2017, con i de «interestelar». En ese momento, el he – cho de que Oumuamua había venido del espacio interestelar era una de las pocas cosas en las que coincidía todo el mundo.. . .Como reza el viejo dicho, un científico debe seguir la huella de los datos. El hecho de seguirlos te llena de humildad y te libera de las preconcepciones que pueden nublar las observaciones y las ideas. Casi podemos decir lo mismo de la adultez, una buena de-finición de la cual podría ser «el punto en el que has reunido tanta experiencia que tus modelos pueden predecir la realidad con un alto porcentaje de éxito». Tal vez no es como se la explicaríais a vuestros hijos pequeños, pero, aun así, creo que la definición ofrece sus ventajas.En la práctica, esto solo significa que deberíamos permitir-nos tropezar. Libraos de los prejuicios. Blandid la navaja de Oc-kham y buscad la explicación más sencilla. Estad dispuestos a abandonar modelos que no funcionan, pues algunos fracasan ine-vitablemente cuando chocan con nuestra comprensión imperfec-ta de los hechos y de las leyes naturales.
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26 EXTRATERRESTRE Obviamente, hay vida en el universo; nosotros damos fe de ello. Y esto implica que la humanidad ofrece un conjunto de da-tos enorme, convincente, a veces inspirador y a veces preocupan-te, que es necesario valorar a la hora de pensar en los actos e inten -ciones de cualquier otro ser inteligente que pueda existir Šo haber existidoŠ en el universo. En cuanto que único ejemplo de vida inteligente que hemos estudiado a fondo, es probable que los humanos encierren muchas claves para comprender el comporta-miento de otras especies inteligentes pasadas, presentes o futuras del universo.Como físico, me fascina la omnipresencia de las leyes físicas que regulan nuestra existencia en este pequeño planeta que nos acoge. Cuando observo el cosmos, me asombra el orden, el hecho de que las leyes naturales que encontramos en la Tierra parezcan aplicarse hasta los mismos confines del universo. Y durante un largo periodo de tiempo, desde mucho antes de la llegada de Ou-muamua, he albergado una idea fundamental: la omnipresencia de estas leyes naturales sugiere que, si hay vida inteligente en al-gún otro lugar, casi seguro que estará formada por seres que reco-nocen estas leyes omnipresentes y que están impacientes por ir adonde les lleven los indicios, encantados de teorizar, recopilar datos, probar teorías, pulirlas y volverlas a probar. Y en último término, igual que ha hecho la humanidad, de explorar.Nuestra civilización ha enviado cinco objetos fabricados por el ser humano al espacio interestelar: los Voyager 1 y 2, los Pio-neer 10 y 11 y el New Horizons. Este mero hecho denota nuestro potencial ilimitado para aventurarnos a lo desconocido, como también se deduce del comportamiento de nuestros ancestros más alejados. Durante milenios, los humanos han viajado hasta los lugares más recónditos del planeta buscando vidas diferentes o mejores, o simplemente explorando, muchas veces con un nivel de incertidumbre pasmoso respecto a lo que iban a encontrar o a si iban a volver. Las certezas de nuestra especie aumentaron bas-tante con el paso del tiempo Šlos astronautas viajaron a la Luna
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EXPLORADOR 27y regresaron en 1969Š, pero estas misiones siguen siendo frági-les. No fueron las paredes del módulo lunar las que protegieron a los astronautas, pues tenían un grosor similar a una hoja de papel, sino la ciencia y la ingeniería detrás de su construcción.Y si hubieran aparecido otras civilizaciones entre las estre -llas, ¿no habrían sentido el mismo impulso por explorar, por cru-zar horizontes conocidos en busca de otros nuevos? A juzgar por cómo nos comportamos los humanos, no sería nada sorprenden-te. En realidad, tal vez estos seres se aclimataron tanto a la in-mensidad ilimitada del espacio que viajaron por él casi igual que aquí en la Tierra cruzamos el planeta. Nuestros antepasados usa-ban términos como «viajar» y «explorar»; hoy, nos vamos de va-caciones.En julio de 2017 mi esposa, Ofrit, nuestras dos hijas, Klil y Lotem, y yo visitamos un conjunto impresionante de telescopios en Hawái. Como director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, me habían invitado a dar una charla en la Isla Mayor de Hawái para transmitir el entusiasmo de la astro-nomía al público, una parte del cual estaba protestando porque se siguiera construyendo el nuevo gran telescopio en la cumbre del volcán inactivo Mauna Kea. Acepté de buen grado y aproveché la oportunidad para visitar algunas otras islas del archipiélago, in-cluida Maui, que aloja telescopios de última generación.El tema del que hablé fue la habitabilidad del universo y la probabilidad de que en las siguientes décadas descubriéramos in-dicios de vida extraterrestre. Dije que, cuando lo hiciéramos, ese descubrimiento forzaría a la humanidad a convencerse de que no somos tan especiales. El titular del periódico local sobre mi pre-sentación plasmó bien la idea: «Humildad, terrícolas».Di la charla poco menos de un mes antes de que Oumua-mua Šdesconocido para los terrícolasŠ cruzara el plano orbital de Marte. Y hablé a escasos kilómetros del Pan-STARRS1, uno de los telescopios que visité durante el viaje y un prodigio tecno-lógico de la ingeniería. Tres meses después, los datos recopilados
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