existencia de vida extraterrestre inteligente, su busqueda cientifica e interes filosofico. In: Astrobiologia y Filosofia (III), Letras de Deusto.
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1 Chela-Flores, J. (2008b). La posibilidad de la existencia de vida extraterrestre inteligente, su busqueda cientifica e interes filosofico. In: Astrobiologia y Filosofia (III), Letras de Deusto (Spain), Vol. 38, n. 118. Enero-Marzo 2008, pp. 38-47. LA POSIBILIDAD DE LA EXISTENCIA DE VIDA EXTRATERRESTRE INTELIGENTE, SU BòSQUEDA CIENTêFICA E INTER…S FILOSîFICO (Juli⁄n Chela-Flores) ! RESUMEN Consideramos la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre inteligente. Nos interesan principalmente los esfuerzos actuales, tanto teŠricos como observacionales (en radio astronom™a) en la bœsqueda de nuevas manifestaciones del fenŠmeno de la vida. Dedicamos especial atenciŠn al papel que juegan las observaciones del Proyecto SETI en el campo de la astrobiolog™a, o sea en la ciencia que estudia el origen, evoluciŠn, distribuciŠn y destino de la vida en el universo. Tambi”n incluimos la problem⁄tica del surgimiento de la inteligencia en otras partes del universo (especialmente en grado racional elevado, como el humano). Concluimos con algunos comentarios en relaciŠn al inter”s filosŠfico, social y cultural de la bœsqueda de vida inteligente en el universo y las implicaciones de su eventual ”xito. 1. INTRODUCCIîN En Letras de Deusto ya en dos ocasiones precedentes se han discutido algunos temas resaltantes de la nueva ciencia de la astrobiolog™a (Aretxaga et al., 2003; Aretxaga y Chela-Flores, 2006). Hasta el presente se ha puesto el ”nfasis en las implicaciones de la astrobiolog™a en las humanidades, principalmente centrado sobre las implicaciones de la astrobiolog™a en la frontera entre la ciencia y la filosof™a. El presente trabajo intenta restringirse a la posibilidad de la existencia de la vida extraterrestre. Especialmente nos concierne estudiar cuando otras evoluciones biolŠgicas, al igual que ! Juli⁄n Chela-Flores (1942) se graduŠ en la Universidad de Londres con el grado de Doctor en el ⁄rea de f™sica. Es miembro de la Academia de Ciencias de la Am”rica Latina; The Academy of Sciences of the Developing World; The Academy of Scientific Endeavours (Moscœ) y Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias F™sicas, Matem⁄ticas y Naturales de Venezuela. Su ⁄rea de investigaciŠn es la astrobiolog™a y su relaciŠn con las humanidades: filosof™a (especialmente ”tica) y teolog™a. Fue C⁄tedra UNESCO de Filosof™a (1998). OrganizŠ la Escuela Iberoamericana de Astrobiolog™a en Caracas (1999) y una serie de siete conferencias de astrobiolog™a en Trieste (1992-2003). Todos estos eventos han sido publicados por casas editoriales en los Estados Unidos y Europa. Fue Investigador Titular Asociado del Instituto Venezolano de Investigaciones Cient™ficas y Profesor Titular de la Universidad SimŠn Bol™var. Actualmente es Miembro Asociado del Centro Internacional de F™sica TeŠrica Abdus Salam en Trieste Italia; Profesor Titular de la FundaciŠn IDEA e Investigador Asociado de la Escuela de F™sica TeŠrica del Instituto de Estudios Avanzados de Dubl™n.
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2 la nuestra, hayan sido convergentes biolŠgicamente con la vida sobre la Tierra. Dos son las posibilidades de convergencia que nos interesa discutir en este trabajo. Recordamos al lector que el concepto de convergencia en evoluciŠn biolŠgica fue revisado en esta revista, especialmente en la segunda discusiŠn (Aretxaga y Chela-Flores, 2006). La primera posibilidad del origen de la vida en otros ambientes fuera de la Tierra es que la vida se haya originado dentro del Sistema Solar en ecosistemas compatibles con la presencia de microorganismos adaptados a la vida en condiciones ambientales extremas. En biolog™a usualmente estos organismos son denominados ‘extremŠfilos’.1 La segunda posibilidad de emergencia de la vida en el cosmos es que fuera de la Tierra pueda haber organismos que durante su evoluciŠn lleguen a manifestar un comportamiento inteligente. Al igual que en el caso de los seres humanos, es posible que tales ‘exo-organismos’ sean capaces de comunicarse entre ellos mismos a trav”s de seŒales en alguna banda del espectro electromagn”tico. Estas comunicaciones podr™an realizarse a trav”s de ondas de radio, a trav”s de las ondas correspondientes a fotones del ultravioleta, rayos-X, rayos gamma, o alguna otra estrategia alternativa (por ejemplo, siguiendo algœn medio de comunicaciŠn digital). Desde 1995 comenzamos a reconocer otros sistemas planetarios que tienen planetas similares a la Tierra (Mayor, 1996). Desafortunadamente, hasta la fecha tales exoplanetas est⁄n limitados a mundos de mayor tamaŒo que la Tierra. Esta peculiaridad es debida a los l™mites de observaciŠn que est⁄n a disposiciŠn de la astronom™a moderna sobre la superficie terrestre. Centenares de exoplanetas han sido descubiertos en los grandes observatorios de los Estados Unidos de Am”rica (situados en Hawai), as™ como tambi”n en los observatorios europeos del hemisferio sur (situados en Chile). Pero ya comenzamos a desarrollar m”todos de observaciŠn con instrumentaciŠn ubicada en Šrbita a la Tierra. Este es el caso de la MisiŠn COROT de la Agencia Espacial Europea, ESA, (COROT, 2007), o eventualmente lo ser⁄ con la MisiŠn Discovery Kepler de la Agencia Espacial de los Estados Unidos de Am”rica, NASA, (Kepler, 2007). Esta misiŠn, planificada inicialmente para el aŒo 2008, estar⁄ dotada de un telescopio de 1 m especialmente diseŒado para medir cambios en la brillantez de estrellas que sufran un tr⁄nsito planetario en la l™nea de visiŠn hacia la Tierra. Estos esfuerzos culminar⁄n en la futura MisiŠn Darwin (Darwin, 2007), la cual deber⁄ estar en Šrbita alrededor del Sol en la prŠxima d”cada (Cosmic Vision, 2005). Entre estas dos posibilidades para la emergencia de una nueva ‘g”nesis de la vida’ o, brevemente, una Segunda G”nesis, focalizaremos nuestra atenciŠn en la posibilidad de detectar manifestaciones de seres inteligentes que est”n en ecosistemas en planetas similares a la Tierra alrededor de otras estrellas. 1 Recomendamos antes de continuar la lectura consultar los comentarios relacionados con este tema en un art™culo de este mismo volumen (Briones, 2008)
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3 Ya hemos discutido en Letras de Deusto (Aretxaga et al., 2003) y en trabajos m⁄s recientes (Chela-Flores, 2006; 2007) algunos temas relacionados con la bœsqueda de la vida en nuestro propio Sistema Solar, especialmente en el misterioso, fascinante y pequeŒo mundo llamado Europa, la luna de Jœpiter, la cual fue descubierta por Galileo Galilei en 1610. 2. EL CONTEXTO CIENTêFICO DE UNA AUT…NTICA ‘SEGUNDA G…NESIS’ El inter”s por la vida extraterrestre ha acompaŒado a la cultura occidental desde sus albores. La posibilidad de que haya ocurrido una Segunda G”nesis en el universo es un tema que no agota su inter”s en el mundo cient™fico y human™stico (Russell, 2001). Los autores que se han ocupado de este tema son principalmente filŠsofos, cient™ficos y teŠlogos. El tema del origen, evoluciŠn y distribuciŠn de la vida en el universo comenzŠ hace al menos 2.300 aŒos cuando los humanistas comenzaron a especular sobre el Ôcreador del universoÕ, quien ha debido “distribuir almas en nœmeros iguales en las estrellas y asignado un alma para cada estrella” (PlatŠn, 360 a. de C.). Muchos otros humanistas precedieron al entusiasmo cient™fico actual sobre organismos extraterrestres que pudiesen alcanzar un nivel de inteligencia comparable al de los humanos.2 Para poder considerar si una Segunda G”nesis es posible, debemos decidir en primer lugar si la biolog™a es una ciencia apropiada para identificar la vida en otra parte del universo. Debemos notar que ha habido estudios que se proponen elucidar el problema de la posible universalidad de la biolog™a. Como todas las formas de vida conocidas hasta la fecha son los organismos terrestres, es relevante hacernos la pregunta de si efectivamente la ciencia de la biolog™a es de validez universal (Chela-Flores, 2007). Independientemente de la contingencia histŠrica, la selecciŠn natural es lo suficientemente poderosa como para que organismos que viven en ambientes similares se adapten dando soluciones similares, debido a una gradual modificaciŠn convergente de su morfolog™a. Por esta razŠn es pertinente documentar ejemplos de evoluciŠn convergente, lo que se ha logrado en numerosos casos ya referidos en nuestro trabajo anterior (Aretxaga y Chela-Flores 2006). En una razonable extrapolaciŠn no ser™a sorprendente formular la hipŠtesis del ascenso desde el polvo estelar (producido por el nacimiento, evoluciŠn y muerte de las estrellas), hasta el origen de la vida y su evoluciŠn hasta organismos dotados de un cerebro. Estos organismos ser™an capaces de comunicaciŠn entre ellos mismos a trav”s de seŒales usando una tecnolog™a similar a la nuestra. La hipŠtesis de la evoluciŠn biolŠgica en el cosmos se diferencia de una doctrina filosŠfica en el sentido que tales v™as de comunicaciŠn entre otras civilizaciones estar™an sujetas a confirmaciŠn por v™a de observaciones repetibles con una tecnolog™a que se ha venido desarrollando vertiginosamente desde 2 Los autores de dichas publicaciones completaron su trabajo durante la d”cada de los aŒos 1960-1970. Entre ellos podemos mencionar a los siguientes: T. J. Zubek, John P. Kleinz, James Harford, Daniel C. Raible, George Dugan, A. Carr, John J. Lynch, L. C. McHugh, Angelo Perego, Joseph A. Breig y J. Edgar Bruns. Para una bibliograf™a m⁄s completa referimos al lector al trabajo de Douglas Vakoch (Vakoch, 2000); mientras que las obras de siglos precedentes ya han sido discutidas por el astrŠnomo italiano e historiador de la ciencia Francesco Bertola (Bertola, 2001).
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4 los aŒos 60 del siglo pasado. El resto del presente trabajo intenta introducir a los lectores de Letras de Deusto a lo que se ha logrado con un proyecto espec™ficamente dirigido a dar una respuesta cient™fica a la cuestiŠn central de la nueva ciencia de la astrobiolog™a, la cual estudia el origen, la evoluciŠn, la distribuciŠn y el destino de la vida en el universo. Las principales investigaciones en la bœsqueda de vida en otras partes del universo son, en primer lugar, la exploraciŠn del Sistema Solar y, en segundo, la bœsqueda de seŒales inteligentes a trav”s de ‘ventanas’ del espectro electromagn”tico. Esta œltima estrategia se ha llamado Òla bœsqueda de inteligencia extraterrestreÓ y, debido a sus iniciales en el idioma ingl”s, se la conoce brevemente como ÒProyecto SETIÓ (abreviando la expresiŠn inglesa: ÒSearch for ExtraTerrestrial IntelligenceÓ). En los aŒos 1960-1970 los pioneros en este ⁄rea de investigaciŠn estuvieron liderados por el astrŠnomo estadounidense Frank Drake (Drake, y Sobel, 1992). Fueron mœltiples las seŒales estudiadas en las ondas radio que pudiesen reflejar diferencias con las emisiones de fenŠmenos naturales, tales como explosiones de supernovas, o bien emisiones regulares de estrellas pulsares3. Desafortunadamente, no se ha obtenido ninguna seŒal reproducible por observadores diferentes durante este primer per™odo de medio siglo de observaciones regulares (Zuckerman y Hart, 1995). Sin embargo, no debemos inferir que ha fracasado la persistente bœsqueda de una Segunda G”nesis. De hecho, este aspecto de la astrobiolog™a que los astrŠnomos prefieren llamar ‘bioastronom™a’, ha progresado desde el punto de vista tecnolŠgico al ampliar la capacidad para efectuar un enorme nœmero de observaciones simult⁄neas, as™ como tambi”n nuestro esfuerzo para llevar a cabo una bœsqueda exhaustiva y precisa de signos de vida microscŠpica en los ambientes extremos de planetas y sat”lites de nuestro Sistema Solar. El Instituto SETI, fundado por Drake, ha planificado la bœsqueda de inteligencia extraterrestre para las prŠximas dos d”cadas. Dichos planes han sido recogidos en un magn™fico volumen: “SETI 2020”, el cual reœne el trabajo del SETI Science and Technology Working Group. Este libro es el resultado de una colaboraciŠn de unos 50 cient™ficos e ingenieros (Ekers et al., 2002). SETI 2020 adem⁄s demuestra la perseverancia de un grupo de investigadores, quienes bas⁄ndose en la radio astronom™a han continuado la bœsqueda iniciada por dos f™sicos de la Universidad de Cornell, Giuseppe Cocconi y Philip Morrison (Cocconi y Morrison, 1959). Ellos sugirieron inicialmente una probable longitud de onda para las comunicaciones v™a radio. Esto se justifica por el hecho de que el hidrŠgeno es el elemento mas abundante en el universo, lo que se puede confirmar mediante estudios espectroscŠpicos del polvo interestelar. Cuando el hidrŠgeno absorbe energ™a hay una emisiŠn relacionada en ondas de radio caracterizada por una longitud de onda de 21 cm. Debido a su 3 Los pulsares son reliquias del colapso de estrellas precedentes, ya reducidas a astros compuestos de neutrones. Estas aut”nticas estrellas de part™culas nucleares emiten regularmente ondas en todo el espectro electromagn”tico, pero especialmente nos interesan las ondas emitidas en el intervalo de radio, las cuales son detectables en radio telescopios terrestres.
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5 abundancia, la l™nea de 21 cm es ampliamente utilizada, adem⁄s de para el Proyecto SETI, en una gran variedad de estudios de la estructura de las galaxias, debido a que ellas tambi”n emiten ondas de radio. La red de telescopios Allen (ATA, The Allen Telescope Array) – anteriormente denominada como el telescopio de una hect⁄rea (1hT) – es un esfuerzo conjunto del Instituto SETI y el Laboratorio de Radio Astronom™a de la Universidad de California en Berkeley. Se intenta construir un radio interferŠmetro dedicado exclusivamente a la astronom™a y a la bœsqueda de otras inteligencias. Eventualmente la red tendr⁄ unas 350 antenas. ATA ser⁄ considerado como un notable paso adelante con respecto al previo Proyecto Phoenix, el cual ya hab™a suplantado un esfuerzo anterior apoyado por la NASA (el antiguo Estudio de Microondas de Alta ResoluciŠn). La expectativa de la bioastronom™a es que civilizaciones inteligentes podr™an existir en zonas habitables de exoplanetas de dimensiones compatibles con la Tierra. La probabilidad de ”xito de un primer contacto con una civilizaciŠn alien™gena es una cuestiŠn que ya ha sido ampliamente discutida desde un punto de vista teŠrico (Sagan, 1995). 3. ÀCUçL ES LA UBICACIîN DE LOS HUMANOS EN EL UNIVERSO? El ”xito del Proyecto SETI no caer™a en un vac™o intelectual. La cuestiŠn de qu” define la naturaleza del ser humano ha sido considerada por muchos filŠsofos. Entre ellos destaca el Cardenal Cusanus (1401-1464). En un contexto neoplatŠnico es relevante el pensamiento de Marsilio Ficino (1453-1499). Adem⁄s, en la frontera de la ciencia y la filosof™a debemos recordar a Giordano Bruno (1548-1600). Ficino ocupa una posiciŠn fundamental en el renacimiento del Platonismo. Podemos considerarlo como uno de los m⁄s influyentes y originales platonistas. Como tal, su procuraciŠn con el tema de la posiciŠn del ser humano en el universo es notable. Ficino hace comentarios sobre la dignidad cŠsmica del ser humano. Su concepto del homo cupola mundi fue desarrollado ubicando al humano dentro de la jerarqu™a en el centro de la creaciŠn, entre un nivel m⁄s bajo, ocupado por los animales y un nivel superior ocupado por los ⁄ngeles. Esa inquietud de comprender nuestra posiciŠn en el universo en t”rminos comprensibles durante el Medioevo, resulta ser un denominador comœn (mantenido hasta el presente) de la frontera entre la ciencia, la filosof™a y la teolog™a. Nicol⁄s de Cusa (Cusanus) fue influyente a mediados de del siglo XV. En 1440 publica un trabajo significativo: “De Docta Ignorantia” (“A cerca de la Ignorancia Sabia”). En este libro Cusanus niega la existencia de un universo infinito cuyo centro es la Tierra. El tambi”n supuso que el Sol est⁄ constituido con los mismos elementos de la Tierra. El manten™a (acertadamente) la existencia de un universo sin circunferencia o centro. En el sistema de Cusanus todos los cuerpos celestes son soles que
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6 manifiestan el poder creador divino. Tal di⁄logo entre una cuestiŠn cient™fica (el cosmos) y la teolog™a (la acciŠn divina) ser⁄ retomado posteriormente en la famosa conjetura sobre la posible existencia de una pluralidad de mundos habitados. En nuestro recuento de las anticipaciones de la filosof™a a las cuestiones que hoy nos preocupan en la astrobiolog™a destaca notablemente el filŠsofo italiano Giordano Bruno (1548-1600). En 1584 Bruno hace una especulaciŠn significativa sobre la abundancia de la vida en todo el universo (Bruno, 1584). En el siglo XVI la doctrina filosŠfica de Bruno condujo a una innecesaria, amarga y tr⁄gica controversia en la frontera entre ciencia y religiŠn. Desde el punto de vista de la astrobiolog™a, la anticipaciŠn Bruniana de una multiplicidad de mundos ya fue confirmada con el descubrimiento de exoplanetas, aunque hasta la fecha no es posible verificar la habitabilidad de estos nuevos mundos. El pensamiento de Bruno va m⁄s all⁄ del ingl”s Thomas Digges, quien avanzŠ las ideas de Nicol⁄s Cop”rnico (1473-1543), pero no tocŠ la cuestiŠn de la habitabilidad en un universo que se hab™a liberado de los v™nculos tolemaicos. La astrobiolog™a actualmente no tiene una respuesta precisa a la conjetura Bruniana. Tambi”n es notable en el pensamiento de Bruno el hecho que el defendiŠ de un universo m⁄s extenso que el copernicano, es decir, Bruno sosten™a que el Sistema Solar no estaba insertado dentro de una esfera de estrellas fijas en el firmamento. Evidentemente, a pesar de todos los esfuerzos avanzados en diversas ”pocas, la filosof™a y la teolog™a expresadas en el pensamiento de Ficino, Cusanus y Bruno no se pudo ofrecer un notable progreso en la comprensiŠn de la ubicaciŠn de la humanidad en el cosmos. Las cuestiones m⁄s profundas han de esperar hasta nuestra ”poca con la ciencia de la astrobiolog™a, y con el gran progreso tecnolŠgico en manos de las siempre m⁄s numerosas agencias espaciales de Norte Avanzado (Europa, los Estados Unidos de Am”rica, JapŠn y Rusia) y del Sur Emergente (India, China, Brasil y tantos otros pa™ses). M⁄s recientemente la astrobiolog™a ha resucitado un tema filosŠfico cuya discusiŠn se iniciŠ en la antidad, o sea el antropomorfismo y el geocentrismo. Decimos que el antropomorfismo es la tendencia a interpretar el mundo f™sico, y aun el divino, tomando como patrŠn de comparaciŠn al ser humano. En AristŠteles encontramos esta tendencia antropomŠrfica en su f™sica, caracterizada por el finalismo (como por ejemplo, la humanizaciŠn del comportamiento de la materia), para la cual la naturaleza no hace nada en vano; y aun m⁄s, la naturaleza tiene el horror del vac™o. La f™sica moderna qu⁄ntica ya desplaza totalmente esas primeras tendencias de la cultura occidental. An⁄logamente, en el sistema astronŠmico aristot”lico-tolemaico se manifiesta el geocentrismo. La revoluciŠn de Cop”rnico para desplazar a la Tierra como el centro del universo todav™a no era una teor™a moderna, m⁄s bien era helioc”ntrica, un gran paso para independizarnos de nuestra intuiciŠn m⁄s primitiva. Como esbozamos anteriormente cuando hac™amos referencia a Bruno, tuvimos que esperar las modificaciones de Bruno y Digges para aproximarnos a nuestra visiŠn del cosmos actual en
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8 Biblioteca di Bibliografia Italiana Vol. 164, Roma, Leo S. Olschki Editore, (2000), pp. 105-106. Chela-Flores, J. (1999) “Search for the Ascent of Microbial Life towards Intelligence in the Outer Solar System”, en Origin of intelligent life in the universe, R. Colombo, G. Giorello y E. Sindoni (eds.), Edizioni New Press, Como. pp.143-157.http://www.ictp.trieste.it/~chelaf/searching_for_ascent.html TraducciŠn al espaŒol: http://www.cibernous.com/autores/astrobiologia/teoria/chela.html Chela-Flores, J. (2006) “The sulphur dilemma: Are there biosignatures on Europa’s icy and patchy surface?” International Journal of Astrobiology, Vol. 5, pp. 17-22. http://www.ictp.it/~chelaf/ss64.html Chela-Flores, J. (2007) “Testing the universality of biology. A review”, International Journal of Astrobiology, Vol 6 (3), pp. 241-248. (Cambridge University Press). http://www.ictp.it/~chelaf/ss16a. Cocconi, G. y Morrison, P. (1959) “Searching for interstellar communications”, Nature Vol. 184, pp. 844-846. COROT MisiŠn (2007) Home Page http://www.esa.int/esaSC/120372_index_0_m.html Cosmic Vision (2005) ESA’s Science Programme, ‘Cosmic Vision 2015-2025’ resume los objetivos de Europa para la exploraciŠn del espacio en la d”cada 2015-2025. Darwin Mission (2007) Home Page http://www.darwin.rl.ac.uk/ Drake, F. and Sobel, D. (1992) Is there anyone out there? The scientific search for Extraterrestrial Intelligence. Delacorte Press, New York. Ekers, R. D., Kent Cullers, D., Billingham, J. y Scheffer, L. K. (eds.), (2002) SETI 2020: a Roadmap for the Search for Extraterrestrial Intelligence, Mountain View, California, SETI Press. Kepler Mission (2007) Home Page http://kepler.nasa.gov/ LAPLACE (2007) A mission to Europa and the Jupiter System for ESA’s Cosmic Vision Programme. Proyecto sometido a la ESA el 29 de Junio 2007. Mayor, M. (1996) “The Geneva radial velocity survey for planets”, en C. B. Cosmovici, S. Bowyer and D. Werthimer (eds.), Astronomical and Biochemical Origins and the Search for Life in the Universe, Editrice Compositore, Bologna. Mayr, E. (1995) “The search for extraterrestrial intelligence”, en Zukerman y Hart (1995), Loc. Cit., pp. 152-156. Monod, J. (1972) Chance and Necessity, Collins, Londres, p.136. PlatŠn (360 BC) Timaeus, Classics in the History of Psychology, An Internet resource developed by C. D. Green York University, Toronto, Ontario, traducido por B. Jowett, http://psychclassics.yorku.ca/Plato/Timaeus/timaeus3.htm. Russell, R. (2001) “Life in the Universe: Philosophical and Theological Issues”, CTNS Bulletin The Center for Theology and the Natural Sciences 21.2 (Spring 2001). [Este trabajo fue presentado en: Sixth Conference on Chemical Evolution y apareciŠ por primera vez en J. Chela-Flores, T. Owen y F. Raulin (eds.), The First Steps of Life in the Universe, Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, pp. 365-374.] Sagan, C. (1995) “The abundance of life-bearing planets”, Planetary Society’s Bioastronomy News, vol. 7, no. 4. http://www.planetary.org/explore/topics/search_for_life/seti/sagan.html Vakoch, D.A. (2000) “Roman Catholic Views of Extraterrestrial Intelligence: Anticipating the future by Examining the Past”, en Tough, A. (ed.), When SETI Suceeds: The Impact of High-Information Contact, Bellevue (Washington), Foundation for the Future, pp. 165-174. Zuckerman, B. y Hart, M. H. (1995) Extraterrestrials. Where are they?, (Segunda EdiciŠn), Cambridge University Press, Londres.
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