by GA Musik · Cited by 40 — naturales) a competir sobre ventajas competitivas que surjan a partir de productos y procesos únicos” (p. 25). Esto implica el dejar de depender en forma

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ITAM DTEC 04-01 Serie de Documentos de Trabajo en Estudios de Competitividad Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM Centro de Estudios de Competitividad Av. Camino a Santa Teresa No. 930, Col. Héroes de Padierna 10700 México, D.F. tel (52 55) 5490-4612 fax (52 55) 5652-6284 Sitio en Internet: http://cec.itam.mx Enero 2004 2

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ITAM DTEC 04-01 Acerca de los Autores Guillermo Abdel Musik es director del Centro de Estudios de Competitividad del ITAM. Es doctor en Planeación Urbana y Regional (Universidad de Pennsylvania), Maestro en Ciencia Regional (Universidad de Pennsylvania) y Licenciado en Matemáticas Aplicadas (ITAM). Actualmente es profesor de Administración de Operaciones y coordinador del Programa Ejecutivo en Supply Chain Management del ITAM. Anteriormente fue profesor de asignatura sobre Industria y Urbanización en América Latina en la Wharton School de la Universidad de Pennsylvania y consultor para la División de Industria y Energía en el Banco Mundial por dos años. Es co-editor del libro fiMéxico 2020: Retos y Perspectivasfl y autor de diversos artículos. En los últimos cinco años ha coordinado y participado en más de 40 proyectos de investigación y consultoría para diversas empresas, gobierno y organismos multinacionales. David Romo Murillo es investigador en el Centro de Estudios de Competitividad. Es doctor en Políticas Públicas por la Universidad de Princeton (Escuela Woodrow Wilson de Política Pública e Internacional), Maestro en Ciencias en Ingeniería de Sistemas por la Universidad de Virginia, y Licenciado en Ingeniería Química por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Sus posiciones anteriores incluyen: investigador en el Instituto de Investigaciones Eléctricas, investigador asociado de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas, así como posiciones docentes en la Universidad de Virginia, Princeton y el ITAM (Departamento de Estudios Internacionales). El Dr. Romo ha recibido una beca Fulbright (entre otras) y el Premio CIDE 2002 a la Investigación Científica y Tecnológica. Sus principales intereses de investigación se concentran en el estudio del impacto de la integración económica (a través del comercio y la inversión extranjera directa) en el desarrollo tecnológico y el medio ambiente con especial énfasis en América Latina. Información de contacto: gamusik@itam.mx dromo@itam.mx; dromo@alumni.princeton.edu 3

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ITAM DTEC 04-01 Resumen En el campo de la formulación de políticas públicas y en los medios de comunicación, el término ficompetitividadfl es, sin duda alguna, uno de los menos comprendidos. Esta confusión se debe a los distintos enfoques seguidos para definirlo y analizarlo, los distintos niveles a los que se aplica (esto es, a nivel de la empresa, de la industria, de la región o del país), la variedad de indicadores utilizados para medirlo, así como la multitud de factores que parecen tener un impacto sobre el mismo. Este ensayo inaugural de la serie de Documentos de Trabajo en Estudios de Competitividad tiene como objetivo aclarar este concepto a través de una revisión y análisis de la literatura más relevante sobre el tema con el fin de que los formuladores de políticas y el público en general mejoren su comprensión del término. Incluimos, asimismo, una discusión sobre la importancia de la tecnología y el impacto que tienen los factores ambientales en la competitividad. Palabras clave: competitividad; tecnología; ventaja comparativa; industria; políticas. 4

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ITAM DTEC 04-01 1. Introducción El Diccionario Oxford de Economía define el término competitividad como fila capacidad para competir en los mercados por bienes o servicios.fl Esta definición engañosamente sencilla y aparentemente inocua ha incitado, no obstante, una controversia durante las últimas dos décadas con respecto a su significado en distintos niveles de análisis, los métodos disponibles para medirla, así como las políticas públicas que pueden ser implementadas para mejorarla. Incluso antes de la aparición en 1994 del ensayo del economista Paul Krugman (Krugman, 1994) criticando el término y caracterizándolo como una fiobsesión peligrosafl cuando se aplica a naciones, la literatura sobre el tema era ya abundante. El artículo de Krugman volvió a encender la controversia y ciertamente no detuvo el uso del término y la aplicación generalizada de índices de competitividad nacionales, al punto que actualmente la competitividad se ha convertido en una fipalabra de modafl más, que comparte los encabezados con otros términos de igual forma mal definidos, como la globalización. La necesidad de definir con claridad y de comprender este término va más allá de objetivos puramente semánticos, puesto que se utiliza con frecuencia para justificar la implementación de políticas públicas sin el debido análisis de sus impactos sobre los distintos niveles de competitividad. Este primer ensayo de la serie de Documentos de Trabajo en Estudios de Competitividad tiene como propósito aclarar este concepto a través de la revisión y análisis de la literatura relevante, con el fin de que los formuladores de políticas y el público en general perciban su justa relevancia. Nuestro objetivo no es añadir una definición más o proponer un nuevo enfoque para analizar el término, sino proporcionar una figuíafl y un marco de referencia al debate alrededor de este tema. Un primer paso de vital importancia en nuestro proyecto es diferenciar con claridad los conceptos de ventaja comparativa, por una parte, y ventaja competitiva (o competitividad), por la otra.1 Mientras que el primero se ubica entre los conceptos más antiguos y fundamentales de la ciencia económica a partir del trabajo de David Ricardo a principios del siglo XIX, el segundo es más ambiguo y está sujeto a una gama de interpretaciones. Podemos decir que fiun país tiene una ventaja comparativa en la producción de un bien si el costo de oportunidad de producir ese bien en términos de otros bienes es menor en ese país que en otros países (Krugman y Obstfeld, 2000, p. 13).fl De esta manera, la ventaja comparativa es impulsada por las diferencias en los costos de los insumos como la mano de obra o el capital. La ventaja competitiva, por otra parte, es impulsada por las diferencias en la capacidad de transformar estos insumos en bienes y servicios para obtener la máxima utilidad (Kogut, 1985). Este concepto claramente incluye la noción de otros activos tangibles e intangibles en la forma de tecnología y habilidades administrativas que, en su conjunto, actúan para incrementar la eficiencia en el uso de los insumos, así como en la creación de productos y de procesos de producción más sofisticados. 1 Siggel (2003) ofrece una exposición detallada de ambos conceptos, y propone un enfoque integrado que busca ilustrar la manera en que la competitividad y la ventaja comparativa están relacionadas. 5

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ITAM DTEC 04-01 • Estudios enfocados en el desempeño macroeconómico de las economías nacionales, y • Estudios enfocados en las formulación de políticas industriales.2 El primer grupo de publicaciones forma tradicionalmente parte del trabajo de las escuelas de negocios, mientras que el segundo grupo es casi exclusivamente el trabajo de economistas (quienes consideran que el comportamiento de las empresas individuales está prácticamente determinado por su entorno macroeconómico). El último grupo de publicaciones se concentra en el uso de políticas gubernamentales a nivel microeconómico para fomentar el desarrollo de las empresas que pertenecen a una industria en particular. Los autores que constituyen este grupo sostienen que el gobierno puede jugar un papel de vital importancia al complementar el mercado para guiar la actividad industrial. Consideramos que parte de la confusión que rodea al término se debe a que no se reconocen los distintos niveles de análisis y a que no se han desarrollado definiciones adecuadas de competitividad para cada uno de ellos. El conjunto de publicaciones citadas por Nelson identifica dos de estos niveles: el micro al nivel de la empresa y el macro al nivel nacional. Nosotros identificamos dos definiciones adicionales al nivel meso: la industria y la región, las cuales impactan el comportamiento de la empresa en formas lo suficientemente específicas y en tal medida, que se justifica su estudio por separado. Con respecto al último grupo de publicaciones enfocadas en el uso de políticas industriales, cabe señalar que a pesar de la reciente ola de liberalización de las economías nacionales y del decreciente papel del estado (con el consecuente abandono de las políticas industriales vigentes), la intervención del gobierno en las economías nacionales sigue siendo necesaria para corregir las fallas de mercado3 (que son particularmente frecuentes en los países en vías de desarrollo). El Banco Mundial (1997) reconoció que el estado puede reducir los problemas de coordinación y las deficiencias en la información con el fin de alentar el desarrollo del mercado. Al contrastar los pobres resultados de la aplicación de políticas industriales en los países en vías de desarrollo con los de ejemplos exitosos (políticas implementadas en el pasado por las economías actualmente industrializadas, así como los ejemplos contemporáneos del Este de Asia), se llega a la conclusión de que una condición fundamental para tener una política industrial exitosa era contar con una capacidad institucional fuerte, la cual sigue estando ausente en la mayoría de los países en vías de desarrollo. No es nuestro objetivo profundizar en el uso o la conveniencia de la implementación de políticas industriales (este tema merece por si mismo ser tratado en otro ensayo),4 pero resulta ilustrativo poner énfasis en dos áreas en las que la intervención gubernamental tiene un impacto particularmente importante sobre la competitividad: la tecnología y el medio 2 Sanjaya Lall (1995) define a las políticas industriales como fitodas las formas de intervenciones gubernamentales conscientes y coordinadas para promover el desarrollo industrialfl (p. 103). 3 Podemos definir las fallas de mercado como un conjunto de condiciones bajo las cuales la economía de mercado no es capaz de asignar de manera eficiente los recursos (Banco Mundial, 1997). 4 Lall (1995), Pack (2000) y Rodrik (1995) profundizan sobre los principios para la formulación de políticas industriales, y evalúan el impacto de su aplicación en los países en vías de desarrollo. 7

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ITAM DTEC 04-01 ambiente. El mercado de tecnología e innovaciones es muy propenso a fallas de mercado. Los motivos de estas fallas yacen en la naturaleza misma del conocimiento: es difícil de contener, las utilidades por inversión en tecnología son inciertas, la coordinación de los agentes involucrados en proyectos importantes resulta costoso, y es difícil apropiar los beneficios de la difusión de las innovaciones (Banco Mundial, 2003). Dada esta incertidumbre y la falta de apropiabilidad, se reconoce que, bajo ciertas condiciones de mercado, la inversión en tecnología e innovación tiende a ubicarse por debajo de un nivel óptimo. Los retornos sociales de la tecnología tienden a ser más elevados que los retornos privados, lo que provoca que las empresas sub-inviertan en actividades de innovación tecnológica. Por estas razones, actualmente existe un consenso generalizado en el sentido que el gobierno debe jugar un papel activo en el apoyo de las actividades de innovación. El medio ambiente representa otro caso clásico que justifica la intervención del gobierno con el objeto de enfrentar externalidades negativas. Las externalidades surgen cuando las acciones de una persona o empresa perjudican o benefician a otros, sin que esa persona o empresa pague o reciba compensación alguna. El control de la contaminación, como un ejemplo de una externalidad negativa,5 requiere la intervención gubernamental para mitigar el daño causado a la sociedad por prácticas industriales nocivas. Esto puede lograrse de varias maneras: la imposición de un impuesto sobre las emisiones equivalente al daño ambiental marginal causado por la contaminación, restricción de la producción de una empresa mediante la imposición de cuotas, mandatos para el uso de una tecnología específica, o la implementación de un sistema de permisos transables, sólo para nombrar algunas de las opciones de política disponibles. Los efectos de la regulación ambiental sobre la competitividad serán discutidos en la sección cinco. 3. Distintos niveles de competitividad Como hemos mencionado anteriormente, para poder encontrar sentido del término ficompetitividadfl, debemos aclarar a qué nivel lo estamos aplicando. Identificamos cuatro de estos niveles: la empresa, la industria, la región y el país. Además, hemos clasificado estos niveles dentro de una estructura de finiveles concéntricos jerarquizados de competitividadfl6 tal como se ilustra en la figura 1. 5 Podemos mencionar otros ejemplos de externalidades negativas: el calentamiento global causado por las emisiones de dióxido de carbono, los embotellamientos, el agotamiento de recursos naturales, los efectos adversos a la salud de otras personas causados por un fumador, la destrucción de ecosistemas causada por el crecimiento de las ciudades, la contaminación del agua potable, y el daño a actividades como la pesca y otras actividades recreativas causado por la descarga de desechos sólidos en ríos, etc. 6 Villarreal y Villarreal (2002) utilizan una representación gráfica similar para ilustrar la idea de ficompetitividad sistémicafl a través de seis niveles (en dirección de adentro hacia afuera): microeconómico, mesoeconómico, macroeconómico, internacional, institucional, y el sistema político y social. 8

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ITAM DTEC 04-01 FirmaIndustriaRegiónPaís Figura 1. Niveles concéntricos jerarquizados de competitividad Como se aprecia en el diagrama, nuestra taxonomía incluye niveles de análisis micro (la empresa), meso (la industria y la región) y macro (el país). Hemos elegido representar estos niveles gráficamente en forma de anillos concéntricos con el objeto de ilustrar la idea de que la competitividad de la empresa se ve afectada por las condiciones que imperan al nivel de la industria y de la región. Al mismo tiempo, la competitividad de empresas, industrias y regiones se ve afectada por las condiciones prevalecientes al nivel nacional. Hay que señalar asimismo que el concepto de competitividad en los niveles de empresa y de industria es relativamente claro y no es causa de polémica, por lo que enfocamos nuestra discusión en los niveles regional y nacional. 3.1 El nivel de la empresa El significado de competitividad de la empresa es bastante claro y directo. Éste deriva de la ventaja competitiva que tiene una empresa a través de sus métodos de producción y de organización (reflejados en el precio y en la calidad del producto final) con relación a los de sus rivales en un mercado específico. Así, la pérdida de competitividad se traduciría en una pérdida de ventas, menor participación de mercado y, finalmente, en el cierre de la planta. 9

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ITAM DTEC 04-01 Como se puede observar, la definición que aparece en la sección introductoria (fila capacidad para competir en los mercados por bienes o serviciosfl) se ajusta claramente a la definición de competitividad al nivel de la empresa. La capacidad para competir se basa en una combinación de precio y calidad del bien o servicio proporcionado, de manera que cuando la calidad es la misma en mercados competitivos (esto es, mercados con una cantidad importante de productores en los que cada uno de ellos no tiene el poder de fijar precios), los proveedores seguirán siendo competitivos si sus precios son tan bajos como (o más bajos que) los precios de sus rivales. Por otra parte, las empresas que han logrado establecer una reputación de calidad superior pueden destacar del resto y seguir siendo competitivas, incluso cobrando precios más elevados que sus rivales en ese mercado específico. ¿Cuáles son los factores subyacentes de la competitividad de las empresas? A finales de los ochentas, las empresas estadounidenses eran consideradas como no competitivas debido a que seguían utilizando métodos de producción en masa (mientras que los japoneses ya utilizaban plenamente sistemas de manufactura flexible y de producción fijusto a tiempofl), seguían una organización jerarquizada de las responsabilidades, y asignaban a los trabajadores tareas definidas en forma limitada. Además, las actividades de investigación y desarrollo se consideraban como muy alejadas de la producción, de manera que el tiempo transcurrido entre el diseño y la producción en masa de un producto era mucho más amplio que el de sus rivales japoneses (Reich, 1989). Aún cuando intervinieron otros factores (de orden macroeconómico), ciertamente la lista apunta hacia algunas de las debilidades percibidas de las empresas que, a final de cuentas, se vieron reflejadas negativamente en su capacidad para competir. Otros factores que vale la pena mencionar son la importancia de la capacitación de los trabajadores, especialmente en un entorno con una elevada rotación de personal (como el estadounidense), en donde se reducen los incentivos para la capacitación debido al miedo de que los conocimientos técnicos exclusivos de una compañía puedan ser transferidos hacia sus rivales potenciales. Asimismo, las empresas deben estar dispuestas a cooperar con otras empresas en cuestiones en las que la colaboración puede implicar retornos elevados (por ejemplo en investigación y desarrollo). Puesto que, como resultado de los factores antes mencionados, será necesario realizar inversiones para perfeccionar y mejorar el desempeño de la planta, un último factor de vital importancia es la disponibilidad de crédito para las compañías. En la figura 1 colocamos la empresa al centro de los anillos concéntricos de competitividad. Esto implica que, además de todos los factores internos mencionados arriba que afectan a la empresa, existen otras variables externas que tienen un impacto igualmente importante sobre la competitividad de la misma. Al nivel de la industria, la concentración de mercado, la diferenciación de productos, los precios internacionales de los bienes producidos, así como la existencia de una política industrial explícita en el sector, son sólo algunas de las variables más importantes. Al nivel regional, podemos mencionar la existencia de la infraestructura requerida, la existencia de un número suficiente de trabajadores calificados, o la posibilidad del surgimiento de efectos de aglomeración debido a la ubicación de varias plantas dentro de una misma área geográfica (esta posibilidad se discutirá adelante). 10

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