que las economías de escala internas a la firma junto a mercados estructuralmente competitivos no permiten justificar las estrategias competitivas a nivel

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1 Documento N 15 EL CONCEPTO DE COMPETITIVIDAD. MEDICIÓN Y APLICACIÓN AL CASO ARGENTINO. DIEGO UBFAL. 2004. Esta investigación fue realizada mediante un subsidio de la Fundación Antorchas. El presente estudio es el resultado del trabajo del autor en el CENES y ha sido desarrollado en parte en su tesis de grado, con la dirección de Marta Bekerman.

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2 Índice. 0. Introducción..3 1. El concepto de competitividad.. 5 1.1 La Competitividad Básica, el énfasis en la firma y la estructura sectorial. 6 1.2 La Competitividad Nacional.11 1.2.1 Competitividad Es puria Nacional.12 1.2.2 Competitividad Genuina Nacional..14 2. La medición de la competitividad. 31 2.1 Mediciones a nivel firma y sector..31 2.2 Medidas de la competitividad nacional espuria33 2.3 Medidas de la competitividad nacional genuina y sistémica35 3. Una aplicación al caso argentino..47 3.1 La competitividad precio en Argentina.48 3.2 Incentivos e impacto sobre la competitividad genuina argentina.51 4. Conclusión. ¿Un nuevo paradigma?..60 5. Bibliografía..65 6. Apéndice Metodológico..70

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3 fiLo primero que hay que echar por la borda es la concepción tradicional del modus operandi de la competencia. Los economistas comi enzan por fin a salir de la etapa en la que no veían otra cosa que la competen cia de los precios. Tan pronto como la competencia de las calidades y el esfuerzo por vender son admitidos en el recinto sagrado de la teoría, la variable del precio es expulsada de su posición dominantefl. Schumpeter, J. Capitalismo, socialismo y democracia. 0. Introducción. Los trabajos sobre competitividad han inundado los cauces de la literatura económica en los últimos años. Paralelamente a este florecimiento, la noción de competitividad se ha convertido en objeto recurrente de discursos políticos y ha llegado a constituirse como una categoría de la vida cotidiana. 1 Sin embargo, la superficialidad del concepto adoptado en las recomendaciones de los hacedores de políti ca, así como la falta de consenso teórico con respecto a la definición del término, despiertan la necesidad de llevar a cabo una mirada más profunda c on el objeto de precisar lo que puede entenderse por competitividad. Esta de finición resulta sumamente relevante tanto para escoger una medición adecuada del concepto, como para esbozar una agenda de políticas que podría desprenderse del análisis de la misma. 2 Precisamente, el objetivo inmediato de este trabajo reside en brindar las herramientas necesarias para evaluar el desempeño de la economía argentina en general y de las políticas públicas en particular en términos de competitividad. El propósito principal consiste en destacar la crucial importanc ia de adoptar una 1 Como ejemplo del predominio de la noción en su uso político Krugman (1994) menciona los discursos de Delors (entonces presidente de la Comisión de la Comunidad Europea) atribuyendo los problemas de Europa a su decreciente co mpetitividad relativa con respecto a Japón y Estados Unidos; y el del presidente de este último país asemejando su nación a una gran corpor ación compitiendo en el mercado global. Menciones similares, aunque con otros objetivos, pueden hallarse en el Preámbulo del Tratado de Asunción o en la conclusión de la reunión de Lisboa del Consejo Europeo en el año 2000. 2 En Peres (1998) se describen las diferentes estrategias adoptadas por los países latinoamericanos de acuerdo al concepto de competitividad utilizado. El surgimiento de las fiCámaras sectorialesfl y de políticas de competitividad como parte de la política de desarrollo en Brasil, el énfasi s en los clusters y cadenas in dustriales en los países del Grupo Andino y el eje en el ámbito empres arial en Argentina pueden comprenderse en el marco de las diferentes visiones de la competitividad que desarrollaremos en este trabajo.

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4 visión compleja de la competitividad in ternacional que supere su perspectiva cortoplacista, y tenga en cuenta el carácter sistémico de la misma. En este marco, se buscará probar la hipótesis de que la devaluación de la moneda no es suficiente para increm entar la competitividad de la economía argentina. En concreto, se planteará que si bien el aumento del tipo de cambio puede constituirse en una fuente espur ia de competitividad, o incluso ser necesario para fortalecer la competitiv idad que llamaremos genuina; el mismo no es suficiente por sí solo para l ograr una fieconomía más competitivafl, de acuerdo a la interpretación del término que se seguirá en este trabajo. La primera sección estará destinada a desarrollar el concepto de competitividad. Ella será la más extensa por que constituye la piedra angular del trabajo y es la clave para el desarrollo de las otras secciones. En la misma se tomará como punto de partida al c oncepto económico de competitividad aplicable a nivel firma o sector, para posteriormente alcanzar el significado nacional del mismo. En este punto, se discutirá cuándo tiene sentido realizar esta extensión y se resaltará el carácter ge nuino y sistémico de la competitividad nacional con el objeto de comprender sus fuentes. La segunda sección se dedicará a la medición de la competitividad. En ella se desarrollarán los elementos nece sarios para cuantificar el concepto que ha surgido como resultado de la primera sección. En primer lugar, serán presentadas críticamente las distintas form as que se utilizan mundialmente para medir la competitividad. Entre ellas se diferenciarán las que se limitan a captar las fuentes espurias de competitividad, de aquellas que intentan medir una competitividad sistémica como los indi cadores holísticos de las instituciones internacionales utilizados para construir rankings mundiales. Posteriormente, se analizarán mediciones que intentan captar los factores genuinos de la competitividad y se tomará a las mismas como base para diseñar un índice que permita reflejar la posición competitiva de la economía argentina con respecto a los principales países del mundo. Finalmente, la tercera sección presentará la aplicación del análisis de los apartados anteriores al caso argentino. En la misma se utilizarán los indicadores descriptos en la segunda sección con el objeto de lograr una comprensión más acabada de la situación argentina. De esta forma, se estudiarán las oportunidades que puede brindar la deva luación de la moneda, así como sus limitaciones y se delineará el rumbo a seguir para fortalecer la competitividad argentina. Ello llevará a plantear en la cuarta sección la posibilidad y el significado de guiarse por un nuevo paradigma.

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5 1. El concepto de competitividad. fiCompetitiveness is a meaningless word when applied to national economies. And the obsession with competitiveness is both wrong and dangerous.fl Krugman (1994). fiLa competitividad es el resultado del entretejido de una serie de factores económicos, geográficos, sociales y políticos que conforman la base estructural del desarrollo de una nación.fl Araoz (1998). En su artículo crítico Krugman (1994) afirma que el término competitividad se utiliza sin reflexión sobre su significado. Este hecho puede atribuirse a la falta de una definición concisa y a la difusión de una plétora de definiciones aisladas que introdujeron los trabajos económicos, sin tomar como base una teoría sólida sobre la competitividad. No obstante, ello no nos conducirá a afirmar que la competitividad aplicada a las economías nacionales es un término sin sentido, como hace Krugman en base a argumentos que discutiremos más adelante, ni mucho menos a calificar a una estrategia comp etitiva como peligrosa y errónea. Por el contrario, buscaremos su sentido y dest acaremos el peligro de no adoptar un conjunto de políticas de competitividad a nivel nacional, o en todo caso de adoptarlas, pero en base a una visión limitada del término. Para ello sistematizaremos los enfoques sobre la competitividad. En primer lugar distinguiremos a las visiones que no conciben su validez nacional en forma general y tomaremos una noción básica, para luego deducir de ellas las que sí lo hacen. Dentro de estas úl timas encontraremos diversas posiciones que se diferencian por el tipo y el peso de las fuentes de competitividad. El carácter multifacético del concepto requier e una amplia gama de factores para dar cuenta de él, así como sus atributos pueden hallarse en diversas dimensiones, por lo tanto presentaremos a la visión sistémica de la competitividad como la más apropiada para la comprensión del mismo. Asimismo, cabe aclarar que las visiones a nivel nacional se distinguirán por la introducción de un objetivo nacional específico que será asociado al concepto de competitividad, es decir, para ellas la competitividad irá de la mano de ese objetivo, el cual se considera parte integrante de su definición.

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7 políticas públicas y otros), las políticas públicas, la calidad diferencial (que captaría diferencias en los precios de demanda) y una tasa media de ganancia. Consideraremos a este enfoque como el de la competitividad básica . Este epíteto es apropiado en dos sentidos, en primer lugar es básico porque no permite captar la complejidad de la competitividad en toda su dimensión como las visiones que analizaremos. Pero, lo que buscamos destacar es que es básico porque él será la base a partir de la cual podrán generarse los diferentes enfoques; especialmente a partir de añ adir al término de competitividad un objetivo particular (a nivel de la firma o de la nación) que llevará a subrayar algún tipo específico de factores y el carácter no automático de su logro considerando al mismo como un proceso dinámico. El otro punto fundamental de esta noción básica de competitividad subyace en que no requiere dejar de lado la teoría de las ventajas comparativas. Sirlin (1992b) hace hincapié en este asp ecto, recordando que la teoría de ventajas comparativas se relaciona con el mecanismo por el que las naciones tienden a exportar los productos en cuya producción son relativamente más eficientes; es decir, se basa en el mecanismo de ajuste y en la comparación relativa de los niveles de eficiencia, pero no solamente entre distintos países, sino entre los bienes de cada país. Por lo tanto, la ventaja comparativa de un bien en un país se define con respecto a los otros bienes, y podría entenderse como el cociente entre la competitividad in ternacional de un bien en el país y la de otros bienes en el mismo. De esta manera, para aumentar las exportaciones de un bien, no sería suficiente que el mismo fuera competitivo internacionalmente, sino que debería ser seleccionado por las ventajas comparativas a nivel local. Teniendo en cuenta lo anterior, completaremos el análisis con las visiones que parten de las capacidades estratégicas de la firma y dan lugar a la estructura sectorial, para luego observar cuándo es posible extenderlas al ámbito nacional. En este primer aspecto, tomaremos la definición que resultará más adecuada para nuestra posterior compre nsión de la competitividad a nivel nacional: fiLa competitividad no es un ‚estadio™ a alcanzar, sino un proceso continuo de esfuerzos conjuntos hacia la adquisición de atributos diferenciables (–) en el que los resultados se obtienen a largo plazo fl (Horta y Jung, 2002, pp.6) Esta definición ya se está apartando de nuestra visión básica al introducir las nociones de proceso, esfuerz o y largo plazo. Detrás de ella está implícito el objetivo de aumentar el valo r presente de los beneficios a través de una mayor cuota de mercado por parte de las firmas, y por ende, su visión de competitividad no se limita a la producción en forma eficiente sino que se

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8 asocia al proceso para lograr tal eficiencia en forma sustentable, pero también a desarrollar aspectos que pueden ir más a llá de la eficiencia como el acceso a mercados y los canales de comercialización. En este sentido, florecen los análisis de teóricos de la organización industrial y gestión estratégica que destacan el rol de las empresas para mejorar las fuentes de competitividad mediante estrategias internas (por ejemplo reduciendo costos o incrementando la productividad) o externas (buscando alterar el entorno sectorial). Los factores de competitividad que son modificables por las estrategias de las firmas son llamados endógenos (Horta y Jung 2002, Lugones 2002) o reuni dos bajo la calificación de competitividad técnica (Quijano 1998). Entre otros factores, la productividad puede incrementarse por la estrategia productiva (con mayor escala de producción, eficiencia y adecuación de equipos y procesos, capacidad innovadora, mejor adaptación de tecnología), por cambios en la política de recursos humanos (con una mejor selección, capacitación y formación permanente, con estímulos directos que busquen mejorar el desempe ño; pero también podría lograrse a corto plazo con técnicas de flexibilización y explotación), a su vez podrían utilizarse estrategias en base al poder de mercado (dumping, subcontratación, capacidad ociosa) las que asimismo le permitirían actuar sobre los precios de los insumos, pero de forma no sustentable. La reducción de costos también podría lograrse por una mejor gestión fi nanciera, disminución de costos de transacción a través de integración vertical o descentralización de la producción. De igual forma puede apuntarse a aumentar la calidad diferencial del producto (vía controles y normas de calidad, por resultado de la investigación y desarrollo, con estrategias de marketing), o a mejorar características comerciales (adecuando productos, buscando canales de comercialización, servicios de post-venta). Debemos notar que la mayoría de las estrategias me ncionadas carecen de sentido en el marco de la teoría de la firma neoclásica (bajo los supuestos de mercados perfectos, información comple ta, productos homogéneos, ausencia de poder de mercado). Sin embargo, amplía n la noción de competitividad básica sin apartarse en gran medida de ella. No obstante, aún si tuviera sentido sumar la competitividad de las firmas y hablar de competitividad nacional en forma general, esto no podría hacerse sin complicaciones porque la competitividad de las firmas también depende de dos tipos de factores que son exógenos a sus decisiones. Por un lado se encuentran los factores llamados sistémicos , que se refieren al entorno general, son mera s externalidades para las firmas, pero influyen en su competitividad y determinan los incentivos que llevarán a desarrollar ciertas fuentes de compe titividad y no otras. Entre ellos se

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9 encuentran los factores que Porter (1 990) ubicaría por fuera de su famoso fidiamante dinámicofl: el contexto macroeconómico e internacional 3 y las políticas públicas (entre las que podríamos incluir a la cambiaria, comercial, fiscal, crediticia, científica y tecnológica, etc.). Asimismo, quedaría incluido el componente de dotación de factores del diamante, tanto básicos (mano de obra no calificada, recursos naturales) como avanzados (infraestructura tecnológica y básica, mano de obra calificada, etc.); el cual se encuentra relacionado a las características socio-culturales (valor es, patrones de organización social). Por otro lado, se distinguen los factores calificados como estructurales o sectoriales que se relacionan con la estructura de los mercados en los que opera la empresa y en los que sólo puede influir parcialmente. En los mismos podemos incluir a los tres factores restantes del diamante de Porter 4 con ciertas extensiones, por ejemplo son factores estructurales no sólo las condiciones de demanda (el tamaño del mercado interno determina economías de escala, el carácter exigente de las preferencias de los consumidores fomenta la innovación) sino también las de oferta (disponibilidad de materias primas, características tecnológicas, marco regulatorio, condiciones de comercialización, etc.). Podemos mencionar también los otros factores, aunque volveremos a ellos más adelante: estructura o rivalidad doméstica (concentración del mercado, diferenciación del producto, barreras a la entrada, diversificación e integración vertical, tercerización, organización de cadenas) y estrategias de competidores (intensidad y características de la competencia, competidores potenciales, productos sustitutos, etc.) por último, sectores conexos y de apoyo (relacionados a flujos de información, acceso a mercados, recursos humanos y tecnología entre empresas). Para no perder el hilo de nuestra exposición y evitar que la explicación se transforme en una mera descripción de factores, acudiremos a una jerarquización de los mismos a nivel sectorial donde se combinan los factores de la competitividad empresarial con lo s patrones de competencia sectoriales. Esta unión da lugar a que se adopten est rategias que prioricen factores ligados a los costos o a la diferenciación para poder alcanzar el objetivo de las firmas. 3 Los cuales son considerados como resulta dos del azar para Porter, quien no tiene en cuenta que las interrelaciones a nivel naci onal, o incluso entre naciones (guerras o conflictos políticos) pueden ser resultado de la misma búsqueda de competitividad internacional. 4 La inclusión de los factores del diamante de Porter en esta sección no debe llevar a confusión por parte del lector ya que la visión de este autor se enmarca en las teorías de la competitividad a nivel nacional, por lo que sólo bajo la influencia de ese enfoque signado por un objetivo nacional, cobrarán estos factores su cabal significado.

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10 Siguiendo a Ferraz et al (1996) podemos decir que las estrategias basadas en la reducción de costos serán fundamentales en sectores caracterizados por productos homogéne os o con economías de escala no aprovechadas por los productores existent es. En estos casos las firmas buscarán lograr un precio inferior que sus competidores en base a disminuir el costo de sus insumos, aumentar la productividad por eficiencia en procesos (la llamada eficiencia X) o aprovechar las economías de escala. Si tratamos con sectores caracterizados por la diferenciación del producto, las firmas basarán su estrategia en el atractivo de su producto o en aumentar el valor para el consumidor del bien producido. De esta forma se destacarán los factores de competitividad relacionados a la innovación de productos, a las capacidades propias y a recursos estratégicos; tomando particular relevancia los activos intangibles. Como casos particulares se destacan los sectores con mercados segmentados, en los que la estrategia a seguir se basa en la flexibilidad productiva y los factores de competitividad relevantes son entre otros la rapidez en la entrega, la calidad y la habilidad para llegar al mercado. Mientras que en sectores con alta intensidad tecnológica la estrategia clave es la innovación y los factores de competitividad son las capac idades de investigación y desarrollo, de aprendizaje tecnológico e interacción, así como el acceso a los mercados de capital de riesgo. Por lo tanto, estamos en condiciones de retornar a la definición que adoptamos, citada en Horta y Jung (2002) , y realizar una nueva interpretación de la misma fragmentándola. fi La competitividad no es un ‚estadio™ a alcanzar, sino un proceso continuo fl: la competitividad ya no es entendida en su noción básica de producir un bien en forma ef iciente relativamente, sino que se la define dinámicamente no como un obje tivo sino como un proceso que lleva a ese objetivo, que no puede darse de una vez para siempre sino que debe repetirse constantemente, por lo que tiene que ser sustentable. fi– de esfuerzos conjuntosfl: no es automática, requiere cierta intencionalidad, pero no sólo por parte de las firmas sino que también se ve rá influida por otras instituciones que determinan los factores sistémicos y estructurales. fi– hacia la adquisición de atributos diferenciables fl: el objetivo de la competitividad para las firmas será obtener lo que las distingue y les permite crecer o incrementar su cuota de mercado, estos atributos podrán variar, como vimos, de acuerdo a las características del sector serán la re ducción del precio, la diferenciación del producto, la flexibilidad o la innovaci ón (o una combinación de ellos). fi –en el que los resultados se obtienen a largo plazo fl: de acuerdo a los atributos necesarios las firmas buscar án desarrollar distintas fuentes de competitividad, pero ellas generarán resultados válidos a largo plazo, lo cual nuevamente hace

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